domingo, 15 de julio de 2012

Castillo de Atxer por la brecha Ledormeur - Joana García Romero





3 de JULIO de 2012 

Podría afirmar, sin ningún género de dudas, que la Selva de Oza con su colosal centinela, el Castillo de Atxer, es uno de los lugares más bellos y singulares de todo el Pirineo. 


En Otoño, el exagerado cromatismo propio de la estación, multiplica más aún la excepcional grandiosidad de la zona, aunque cualquier época es buena para adentrarse por los senderos que ascienden en busca de sus puntos flacos para poder coronar tan peculiar obra de la naturaleza. Sólo cuando sus laderas se tiñen de blanco es necesario extremar las precauciones, durante el resto del año su ascensión por la ruta clásica (desde el puente de Oza remontando el barranco de Espata) es un sorprendente viaje épico en donde podemos recrearnos imaginando legendarias leyendas sobre intrépidos caballeros y princesas. 




Hemos leído en algunas reseñas que el Castillo tiene un punto flaco distinto al habitual: la brecha de Ledormeur, por el cual accederemos después de ascender por el impresionante y solitario barranco del Barcal. 

Dejamos el coche en el puente de Oza para recorrer los 7 km de pista por el valle de Guarrinza hasta el cruce con el barranco del Barcal, último lugar donde poder dejar el vehículo. Nuestra idea es, una vez hayamos hecho cumbre, bajar por la senda normal hasta nuevamente llegar al puente, realizando así una bonita ruta circular. 



La pista nos servirá como calentamiento previo, nuestra marcha es alegre y en nuestras mentes divaga el pensamiento sobre lo poco conocida que es la brecha de Ledormeur. Existe alguna discrepancia sobre su dificultad, cada uno, dependiendo de su experiencia, valorará más fáciles o complicados algunos pasos en la montaña. Después de haber peleado un buen rato, in situ, no la calificaría como sencilla ni tampoco le daría un IIº como en alguna web comentan. He estado mucho tiempo sin tocar roca pero todavía puedo valorar de forma objetiva la dificultad de algunos pasos técnicos que existen en el monte. 


 Mientras pensamos en los posibles compromisos de la ruta no podemos dejar de echar la vista atrás y observar el formidable valle que nos vigila. Llegamos al final de la pista, donde los coches no pueden continuar. El sendero asciende a nuestra derecha después de atravesar un puente. Vamos ganando altura rápidamente, cada vez el camino es más difuso y pese a llevar gps, es bastante intuitivo. La vistas del Castillo por ese lado son indescriptibles. 



Cuando observo esos contrastes de colores me pregunto si lo que el hombre conoce como el planeta Marte no será sino un vivo reflejo de nuestro globo. Un pedacito de planeta rojo se nos presenta a nuestros pies. Este espléndido itinerario lo podemos enlazar con la senda que sube desde el otro lado del valle, por la Selva de Oza. Para ello la mejor opción es subir con el coche hasta el final de la pista y volver por el mismo lugar. Sin embargo, recomiendo, si tenemos ganas de darnos un buen paseo por ese interminable camino, hacer esta vuelta evitando, si se prefiere, el acceso por la brecha. Visto desde abajo parece una fortaleza inexpugnable. Tengo mis dudas de que por ahí pueda existir un lugar de paso. Cuanto más ascendemos más exagerado es el contraste de color. Los pastos van cediendo paso a la roca caliza y a la arcilla roja. 

Es difícil no detenerse a contemplar semejante cuadro. La vegetación resalta como lo harían las piedras preciosas en un manto de terciopelo. Colores inverosímiles. ¿Cúando abandonamos el planeta Tierra?.... no me di cuenta!! 




Ya estamos cerca del Puerto de Atxer, empiezan a asomar los contrafuertes de la Costatiza. Sin llegar al collado giraremos a la derecha e iremos ascendiendo por un supuesto camino en busca de la forma más sencilla de subir por el inmenso canchal de piedras que cae del Castillo. Lo mejor es ir ascendiendo por el lado derecho para evitar en todo lo posible el pesado pedregal. Muy recomendable llevar casco, es una zona con roca bastante descompuesta además de evitar males mayores ante una caída en un lugar como ese.


Encontramos, sin ningún tipo de dificultad, el acceso hacia la brecha. Se sabe que Ledormeur encontró este paso hacia la cima del Castillo cuando la niebla le impidió encontrar la ruta normal. Es reconocible por tener un gran bloque de roca empotrado que parece impedir la salida hacia la parte superior. Superamos pasos de entre I y II. Es un terreno con bastante inclinación y muy descompuesto, avanzamos con mucho cuidado para no tirar piedras al compañero. Desde la entrada de la brecha parece que no tiene mucha dificultad, diría que hay muchos agarres..... a ojo de buen cubero. 

Una vez debajo de la pared nos damos cuenta de que es muy, muy vertical y que tiene forma de diedro. Voy a subir yo primera, si no puedo superarlo tendremos que darnos la vuelta, sería un problema que mi compañero subiera antes y que yo no pudiera pues no llevamos cuerda y no es una buena idea destrepar ese tramo. 


Es un muro de unos 4 metros de III, un paso al inicio de III+, ni de broma II como hemos leído en alguna reseña por ahí. Existe un clavo con un cordino viejo por si nos queremos ayudar y del que no habrá que fiarse pues no se sabe desde cuando está allí. Más arriba (que no hemos visto) hay un seguro por si se quiere rapelar, pero no recomiendo esa ruta para la bajada. En todo caso mejor subir y bajar por la vía normal hasta el Puerto de Atxer, camino que está bastante bien señalizado. 



Es recomendable llevar cuerda para asegurar a aquellas personas que no estén acostumbradas a este tipo de trepadas. Una vez superados los primeros 4 metros lo que sigue es fácil, II/II+. Existen muy buenos agarres y la roca es excelente, si no está mojado la adherencia es buena. Una vez afuera seguiremos trepando (II) por el lado izquierdo para hacer cima en la Punta Sur. Se puede evitar bajando un poco para volver a ascender por sendero difuso. En la cumbre las vistas son sensacionales y el sinclinal, donde afloran las calizas de Larra, asombroso. 


Parece que nos sobran fuerzas y decidimos recorrer la corona entera y asomarnos por las numerosas almenas que dan al valle, así que nos vamos a la Punta Norte o cima principal y después a la Punta Oeste o Punta de Oza para después retomar en suave ascenso el camino que baja por la ruta normal. No suelo relatar mis ascensiones a modo de reseña pero esta vez es distinto, tal vez porque la ruta es algo desconocida y sobretodo para que nadie se lleve una sorpresa cuando llegue al inicio de la brecha. En los años que llevo en la montaña, más bien pocos, he aprendido que es mucho mejor pecar por exceso que por defecto, lugares así no son para tomárselos a la ligera.







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