sábado, 25 de septiembre de 2010

La cuadratura del círculo o cuando tres es el número perfecto de una cordada - Lorea Madina Bilbao






Me encontraba en una encrucijada: mirar o no mirar. Si aparecía una rayita rosa significaba que los números y las letritas se me vetaban durante al menos nueve meses. Si la rayita no se manifestaba sería libre para seguir probando vías duras. Esas en las que al primer pegue no entiendes nada, pero a medida que la conoces, vas sacando trucos y sistemas. En definitiva, le vas ganando centímetros, le vas viendo color. Todo ello hasta que un día el ácido láctico parece no emerger de las profundidades de tus antebrazos, te sobrepones a los obstáculos y llegas a la cadena, pasando la cuerda salvadora por el descuelgue, casi sin esfuerzo.

En mi mente y en mi corazón bullían los sentimientos contradictorios. Cerré los ojos. Suspiré profundamente, los abrí y allí estaba... tan marcada como si fuera rosa fosforito. Yo apenas si había sentido la necesidad de ser madre, pero sabía que era o “ahora o ahora”. Mi feminidad, como siempre, condicionaba mi trayectoria deportiva. Había catado las mieles del octavo grado y resulta que ahora un embarazo iba a suponer un parón en mi pequeña “carrera” particular como escaladora deportiva. Pensaba que los tres siguiente trimestres, supondrían para mí un tiempo de renuncia. Las para muchas, tan ansiadas 40 semanas, se me antojaban eternas. Adios a los numeritos, a las letritas, a los pluses, a las barritas.


Sin embargo, la oxitocina, esa bendita hormona que nos inunda a las mujeres en el periodo de gestación, vino a suplir y con creces cualquier encadenamiento. Me pasé los cuatro primeros meses, que coincidieron con el verano, haciendo series en top rope en vías conocidas hasta 8a. Encadené algún que otro 7b+ a vista y seguía siendo infalible en los 7a+ a vista, siempre en polea, claro. Cada vía tachada no era un logro, no era una victoria … era algo más. Era un regalo con nombre propio, el nombre de Koldo.



El segundo trimestre bajé el pistón, en el grado, pero no la actividad. Era mi instinto el que me dictaba si podía o no podía hacer. Seguía escalando a mi aire, según me pedía el cuerpo. Sin presión ninguna. Lo combinaba con algo de panel entre semana, entrenamiento en pesas, una hora de bici al día y 50 largos de piscina diarios. Me sentía como el conejito duracel, no me cansaba nunca. Me sentía tan bien de poder combinar mi vida deportiva y mi embarazo que encadenar no es que pasara a ser secundario, sencillamente era como el plus de una vía.


Seguí escalando hasta la semana 35 de 40. El invierno estaba siendo muy duro. No dejaba de llover. Llegó el punto en que ni eso me importaba. Al contrario lo agradecía porque eso suponía que no saldríamos al monte, que iríamos al bulder y allí yo podía entrenar un poco en el panel vertical, podía ir al gimnasio, después andar en bici y concluir en la piscina. A pesar de coger 9 kilos, me sentía super ligera, casi ingrávida que no grávida.

Diez días antes de ponerle cara a Koldo, estaba en Atauri con toda la tropa. Para entonces no escalaba, pero el estar al aire libre, como siempre, me daba la vida. Entonces alguien me dijo: “ese niño será un jotero y vendrá para carnaval”. Así fue. La noche del martes al miércoles, mientras todos bailaban la danza del disfraz yo no hacía otra cosa que respirar y soplar. Llegó puntual a su cita, como un reloj, el día que le tocaba. En dos horas ya le teníamos con nosotros trayéndonos además el buen tiempo, por fin, después de un aciago invierno. En ese momento me reconcilié con el género femenino. Agradecí al destino ser mujer y ser capaz de dar vida. Ver aquellos tres kilos de carne con ojos me dieron otra perspectiva de mi existencia. Todo adquirió otros matices, todo tenía otro sentido.


La recuperación fue rápida. A ello me ayudó el deporte realizado antes y durante la gestación. Haciendo cuentas sólo recuerdo el día del parto como el único en el que no hice nada, pero es que aquella jornada y no sabiendo aún por qué me levanté muy cansada. También me ayudó mucho las enormes ganas que tenía de volver a escalar. En seguida me puse en forma, encadenando y probando cosas duras.




Al principio es más sencillo, el niño come y duerme. Cubiertas esas necesidades poco más precisa. Lo complicado es cuando ya quiere moverse, necesita atención cada segundo y ello te resta fuerza y energía para escalar. Pero lo cierto es que esta etapa es la más hermosa. Vives por segunda vez, redescubres la vida, las cosas sencillas. El mundo es de nuevo un lugar mágico.




No diré que es fácil. Todo cambio precisa de una adaptación, unos ajustes, pero poder se puede, aunque como en mi caso además de madre se sea trabajadora, estudiante y escaladora. Sólo hace falta querer y sobre todo escuchar a tus instintos. Al fin y al cabo no somos si no animales.



Esta es mi experiencia y desde luego no debe ser ejemplo, modelo o icono para nadie. Cada una debemos vivir las nuestras y cada una sabemos valorar y poner en la balanza los riesgos, los peligros y asumiremos las consecuencias de nuestros actos. Yo sólo sé que el embarazo ha sido la mejor época de mi vida y que me alegro de ser mujer.




Lorea Madina Bilbao
http://www.bebeblok.blogspot.com/

5 comentarios:

eider elizegi dijo...

:-) !!!!!!

Anónimo dijo...

Increible..leer tu experiencia acaba de ser un regalo para mi. Has relatado tus sensaciones y pensamientos con tanta sinceridad y sencillez, que por primera vez me he visto reflejada en algunos o almenos he encontrado una mujer que ha sentido algo muy parecido a lo que sentí yo cuando, sin esperarlo, vi la "rallita"..aunque en mi caso me costó muchas semanas aceptarlo y ponerme en movimiento, pues ese instinto maternal ya no lo tenía y no era un deseo presente el de ser madre, me quedé tan impactada que no me lo creía o aceptaba y pasaron tres meses en los que no sentí ni un pequeño atisbo de alegría ni ilusión, parecía una condena y lloraba mucho.. y eso que yo también decidí que adelante ya que "era ahora o ahora" pero el mundo me caía encima.. y no sólo por el hecho de tener que dejar de escalar ahora que por primera vez tenía "ambiciosos proyectos". Tenía la esperanza que pasarían las semanas y se despertaría en mi un ca,mbio, pero no era así, era yo quien lo tenía que provocar y esforzarme y activarme. Al encontrarme en la circunstancia de no trabajar pues pasaba los días tumbada, sin hacer nada, me encontraba francamente mal y dejé de ir a un curso que con tanta ilusión me había inscrito, pues no podría terminarlo tampoco, y no tenía fuerzas para pasarme toda la mañana en clase rodeada de gente muy joven con mi "bombo", en fin, así pasé los tres primeros meses de embarazo. Perdonad por el rollo... es otra experiencia, la de Lorea está llena de optimismo y de fuerza, la mía es demasiado depre,
pero es que ahora que empecé a cambiar de actitud, tu relato me ha enseñado que puedo plantearme el embarazo de otra forma y también la maternidad y hacer aquello que sienta y me dé vida, tal y como tu has hecho. Estoy segura de que si todo va bien, cuando el bebé nazca será una nueva luz como bien explicas. Y muchas gracias por currarte este artículo tan lindo y contar tu experiencia, con las fotos y todo... Koldo es precioso! y tu también! Buena suerte y adelante con tus proyectos.

Los cuatro magníficos dijo...

Hola, Anónimo:
No sé si lo leerás pero me gustaría decirte que habrá un momento en el que añores la tripa, añores estos momentos actuales en los que el bebe es tan parte de ti como tú de él. Tiempo en el que sois una solo ser. Así pues sólo te puedo decir que disfrutes de este momento irrepetible, cada día que pasa es un día menos que resta para ponerle cara, pero nunca estaréis tan cerca el uno del otro como ahora...
Entre tanto escúchate, sientate en silencio y escúchate... Verás cómo puedes hacer muchas más cosas de las que piensas y además todas ellas son un regalo para tí y tu hijo.
Por cierto, si alguna vez has tenido miedo al parto... no lo tengas... Es una experiencia inolvidable, ve a disfrutar, ve a vivir vuestro momento. Nunca habrá nada que lo supere, procura recordar cada minuto de esa circunstancia y cuando él llegue huelele porque así hueles por dentro. El es parte de tí, tan hermoso como tú.
No olvides que el camino no ha hecho más que empezar. Será la travesía más larga de tu vida a veces pesada, entonces mírale y recuerda cuando lo sentías dentro de tí y verás como todo compensa.

Anónimo dijo...

gracias por tus bonitas palabras, me han ayudado a mirar hacia dentro y a empezar ese cambio de ánimo y actitud..me he emocionado leyendo.

Los cuatro magníficos dijo...

Hola Anónimo.
Me alegro que estés mejor. Espero que todo fluya y te vaya bien. Si necesitas algo y te puedo ayudar no dudes en decírmelo. Un abrazo fuerte.